lunes, 27 de febrero de 2012

El buen salvaje o el combate tras el arbusto. Sobre "El Ingenuo" de Voltaire

“Yo viví hurón durante veinte años. Se dice que los hurones son bárbaros porque se vengan de sus enemigos; pero jamás hacen daño a sus amigos. Apenas puse el pie en Francia, vertí mi sangre por ella; [...] como recompensa se me arroja en esta tumba de vivos, donde, sin vos me habría muerto de desesperación. ¿No hay, pues, leyes en este país? ¿Se considera a los hombres sin oírles?”
El Ingenuo, VOLTAIRE 



El cuento como realidad encubierta

Érase una vez en la Baja Bretaña, paseando por la playa, el prior de Nuestra Señora de la Montaña y su hermana, la señorita Kerkabon. Mientras recordaban antiguas anécdotas, un barco inglés atracaba en el puerto. De él descendía un extraño joven que les saludaba cortésmente, al contrario que el resto de sus compañeros, y les ofrecía agua de las Barbadas. La pareja no lo sabía aún pero se encontraban ante un hurón. ¿Cómo habría llegado hasta allí y por qué se les acercaba desinteresadamente? 

En el S. XVIII, el cuento era un género menor. La novela y el ensayo empezaban a tomar fuerza entre una clase media incipiente ávida de lectura. Sin embargo, el cuento era el que se adaptaba a la perfección a aquello que Voltaire quería transmitir.

El Ingenuo se publicó en 1776 y sólo ocho días después se prohibió y retiró la edición. La censura formaba parte de la vida literaria del autor, que pasaba gran parte de su tiempo negociando con imprentas clandestinas de varios países europeos. De esta forma, el precio de los ejemplares subía desorbitadamente. 



Grabado que muestra el estereotipo de hurón
Las historias “fantásticas” servían al escritor para encubrir una realidad escondida tras personajes tipo a la manera del cuento tradicional: el héroe protagonista, la delicada pero intrépida dama de la que se enamora, los enemigos, el amigo fiel... En el caso de El Ingenuo se traslada la acción a una época perfectamente definida. Voltaire no escatima en detalles temporales ni personales, luego no era difícil identificar en la vida real a los personajes satirizados.

Para escribir este cuento, Voltaire se basa en manuscritos del padre Quesnel, teólogo jansenista. El protagonista le sirve de excusa para exponer el tema principal: el conflicto y la posible conciliación entre la ley natural y los efectos de la civilización.

La estructura se respeta en todo momento, lo que además resulta muy útil, puesto que las partes de tensión, donde le ocurren todo tipo de actividades imaginarias al Ingenuo y sus defensores, ayudan sutilmente a introducir los periodos de distensión en los que el autor aprovecha para exponer sus reflexiones e ideas filosóficas a través de conversaciones entre personajes. Esta mezcla de la realidad y la ficción supone una importante innovación del género que se ha denominado cuento filosófico.


La ley natural y la civilización

El Ingenuo representa el personaje de héroe protagonista obedeciendo al tópico del cuento fantástico tradicional. Se trata de un joven hurón, un nativo canadiense, que es apresado por los ingleses y traído hasta las costas de la Baja Bretaña francesa.

El bon sauvage, o buen salvaje, era un tema recurrente desde principios del S. XVIII para escritores y dramaturgos. Se trataba de hombres francos que “seguían casi maquinalmente los impulsos súbitos del corazón, las primeras reacciones de la piedad que nos hacen ser generosos y buenos.” De esta forma, el Ingenuo es aceptado rápidamente por el prior de la Montaña, su piadosa hermana y sus compañeros como la viva imagen del candor y el encanto.

La cualidad principal que le define es la libertad de espíritu y de cuerpo: “digo siempre ingenuamente lo que pienso y hago todo lo que quiero.” Es dueño de sus actos, valiente, joven y la mera idea de verse privado de su libertad se le hace insoportable. El Ingenuo representa el concepto de la humanidad ideal.

Voltaire sitúa los primeros capítulos en un lugar concreto, pequeño y arraigado a sus costumbres, en el que la espontaneidad del Ingenuo resulta extremadamente chocante. Tras la primera impresión ante lo extraño -su lengua, su naturalidad-, se produce la primera confrontación con el mundo civilizado. Ante la pregunta de a qué religión pertenece, contesta “Yo soy de mi religión, como vosotros de la vuestra”, respuesta que desata el afán cristianizador de toda la comunidad.

El hurón, libre de prejuicios e independiente, se resiste a una manipulación de su voluntad, no entiende por qué ha de hacerse cristiano. Con la intención de conducirle hacia la verdad religiosa le dan a leer la Biblia donde, para colmo, no encuentra equivalencia entre el significado y el proceder de aquella moral y la de sus nuevos compañeros. Los intentos de confesión, bautizo y boda no traen más que consecuencias absurdas que satirizan la religión, las costumbres y la sociedad del S. XVIII.

El amor hacia la señorita Saint-Yves, puesto que la estructura elemental de este cuento responde a la de la historia de amores impedidos, es lo único que convence al Ingenuo a realizar tales actos, ya que responde a su ley natural. Su actitud positiva e impulsiva le proporciona amigos pero también provoca, por otro lado, desconfianza ante lo desconocido, lo que no le ocurre al protagonista.

Se observa, por tanto, una parte inicial o presentación en la que aparece un personaje extraño en un ambiente tradicional y tranquilo, ocasión que emplea Voltaire para provocar un conflicto entre el estado natural carente de prejuicios y la superstición o sociedad viciada, dando lugar al desarrollo de toda la trama.


La mezcla entre realidad y ficción: la reflexión y lo fantástico

En la introducción se demuestra que, a pesar de las marcadas diferencias, es posible la conciliación entre caracteres o costumbres opuestas. De esta forma, se consigue el objetivo del comienzo de un cuento tradicional: el protagonista se adapta al entorno, encuentra amigos, un amor y también enemigos, como el bailío, que intentará impedir el matrimonio del Ingenuo con la señorita Saint-Yves con la que quiere desposar a su hijo.

Voltaire se basa en una línea argumental principal de la que surgen personajes secundarios, elemento fundamental en el cuento, pero utiliza la historia fantástica para disfrazar la introducción de sus propias ideas. En la primera parte, emplea para este fin personajes satíricos: el bailío desconfiado, el jesuita que explica la Biblia al extranjero, la señorita Kerkabon, solterona y devota; y en la segunda, a través del encarcelamiento del Ingenuo y otros sucesos graves, que dan lugar a numerosas reflexiones como las de su compañero Gordon, el jansenista prisionero. 



Opresión católica que rodea al Edicto de Nantes (1598)
Para aportar mayor realismo a los sucesos fantásticos, el autor salpica constantemente la historia con datos reales de tipo histórico, como las invasiones inglesas, la revocación del Edicto de Nantes, etc. o referencias a filósofos de la época, como Malebranche, Rousseau o Locke.

Esta mezcla de una trama fantástica con datos contextuales precisos, juicios de valor, reflexiones filosóficas y personajes reales, constituye otro rasgo característico del cuento filosófico, la verosimilitud, mediante la cual el lector da crédito a las ideas del autor.


Transformación de personajes

Tras la presentación de personajes y la relación de estos con el protagonista, en todo cuento surge un deseo o un cometido y un problema para realizarlo.

En este caso, el Ingenuo se enamora de la señorita Saint-Yves y deciden casarse. Como esta es su madrina, para los cristianos la idea es inconcebible, circunstancia que no asume el protagonista, por lo que encierran a la señorita en un convento. Al mismo tiempo, y aquí se observa otra característica propia del cuento: la introducción de sucesos casuales que ayudan al desarrollo de la trama, el hurón evita heroicamente la invasión de los ingleses. La admiración que este hecho ha provocado hace que la comunidad le inste a que vaya a Versalles a que el rey le premie. El Ingenuo, sin importarle esto y creyendo que el rey es una especie de Papa que le dará permiso para casarse, emprende el viaje a París para liberar a su amante. El protagonista tiene un cometido pero sus enemigos se interpondrán en su camino para que no lo consiga.

El héroe sufre finalmente una serie de contratiempos o adversidades que le llevan a la cárcel donde conoce a Gordon, el jansenista. Empleando otro recurso usual del cuento, la prisión se convierte en un símbolo de la opresión, del conflicto entre la ley natural y las conveniencias bajo las que han sucumbido ambos personajes. 



Escena de El Ingenuo
 Como se ha comentado anteriormente, Voltaire se vale de aspectos relacionados con la realidad para dar verosimilitud a la historia. Los personajes que sufren una transformación en su carácter también forman parte de esta idea. Las adversidades transforman a los personajes pasando a formar parte de su experiencia, como ocurre en la vida real. Al mismo tiempo constituyen un componente esencial en el desarrollo de la trama de este género. 

En este punto del cuento, Gordon le muestra al Ingenuo el conocimiento humano a través de los libros. El descubrimiento de las ciencias, la filosofía y la literatura suponen un impacto decisivo para el protagonista, que en Huronia vivía como un guerrero y no conocía la conciencia histórica. Por otra parte, la sencillez y la lógica sin prejuicios con las que el hurón contempla estos saberes, abre nuevos campos a la mente de Gordon, contaminada por la moral y las costumbres sociales.

La cárcel, la privación de la libertad y el contacto con un hombre en su misma situación, encerrado por la imposición de una moral y una conducta que no coincide con la impuesta por la sociedad, da pie a un cambio de ritmo en el cuento. Voltaire identifica estas alternancias entre periodos de tensión y distensión con la aparición de sucesos fantásticos o trama de la historia y las conversaciones reflexivas.


Desenlace: de la sátira a la novela sensible 

Después de los capítulos distendidos y reflexivos en la cárcel, se produce la aceleración progresiva de sucesos: la tensión final, que provocará el desenlace del cuento.

Mientras el héroe se encuentra paralizado, la trama se desenvuelve por otro lado a cargo de sus amigos. Por un lado el prior y su hermana van a buscarle a París y la señorita Saint-Yves huye de su boda con el hijo del bailío para salvarle; por otro, sus enemigos, el bailío y su padre, persiguen a la novia para impedírselo.

La cárcel y estos episodios suponen un cambio de tono en la historia. La primera parte es claramente satírica, burlesca y humorística pero estos contratiempos, que en otro cuento se habrían superado, van transformándolo en una novela sensible.

El carácter del hurón cambia irreversiblemente tras el descubrimiento de la realidad de la civilización del que es artífice Gordon. Lo mismo le ocurre a la señorita Saint-Yves, una inocente provinciana que se ve obligada a realizar ciertos favores, muy alejados de su moral, para liberar a su amante.

Ambos se dan cuenta de una realidad que les transforma, suprimiendo su naturalidad. El Ingenuo descubre los efectos que produce la civilización excesiva: la degradación y el vicio de la sociedad, y la señorita Saint-Yves, las conveniencias sociales, la cobardía de una cura jesuita que sólo practica su moral con quien no le trae problemas.

Los favores de la señorita consiguen sacar de la cárcel al hurón y a Gordon, y todos los personajes se reúnen a celebrarlo. Este podría parecer el final justo y feliz de un cuento fantástico con esta temática, pero un conflicto sin resolver da lugar a un segundo desenlace. 



Cabeza de Voltaire esculpida por Sally Fama Cochrane 
Presa de sus remordimientos, la señorita Saint-Yves fallece dejando al Ingenuo sin su recompensa, que hubiera sido el matrimonio con ella. Por tanto, no se produce la victoria del héroe tras las adversidades. Esta muerte conduce a un final dramático que va a constituir la auténtica moraleja, diferenciando el cuento tradicional del cuento filosófico voltairiano. Se puede decir que el hecho de la muerte purifica el entorno. Cada personaje, malo o bueno, acaba comprendiendo su papel y reaccionando con mesura, cada uno recibe un desengaño y una recompensa.

Este final conciliatorio tan diferente a otros cuentos, más ofensivos, de este autor, responde a que pertenece a los últimos momentos de su vida. En estas etapas pretendía, no tanto exaltarse, sino dejar un legado ideológico a las futuras generaciones que no diera lugar a posiciones radicales como, en el caso de la religión, las sectas jansenistas y jesuitas.



Voltaire, exiliado en Suiza por sus continuas provocaciones, se identifica con el Ingenuo, cuya bondad natural e individualismo no son comprendidos. Cambia su posición radical y decide que “sólo se puede combatir escondiéndose tras los arbustos.” Esta idea le hace transformar el cuento fantástico en cuento filosófico, elaborando un género a su medida que se amolda a la búsqueda de la verdad.


Bibliografía
VAN DEN HEUVEL, JACQUES, Voltaire dans ses contes: de “Micromégas á L’Ingenu”, París, Armand Colin, 1982.
AYER, A. J., Voltaire, Barcelona, Crítica, 1988. 

PROPP, VLADIMIR, Morfología del cuento, Madrid, Fundamentos, 2000.
DE AGUIAR E SILVA, VÍTOR MANUEL, Teoría de la literatura, Madrid, Gredos, 2005.

1 comentario:

  1. muy buen artículo, pero ¿de dónde sacaste que se publicó y censuró en 1776? en todos lados (incluyendo Wikipedia) dice que fue en 1767

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